



La piel sensible es un trastorno clínico que se define por que los pacientes refieren diversas percepciones sensoriales en la cara, entre ellas, tirantez, prurito, quemazón, hormigueo, dolor y picor.1,2,3
Muchos de los sujetos con piel sensible perciben un agravamiento de los síntomas cuando están sometidos a la influencia de factores ambientales. Estos síntomas pueden originarse por alteraciones de la función barrera, de las fibras nerviosas cutáneas, o en los termorreceptores TRPV1…4
Relativamente alta en Europa, con alrededor del 39% de la población afectada, siendo mayor la proporción de mujeres afectadas que de hombres las que declaran tener la piel sensible.5
Dado que su prevalencia aumenta en verano, se presume que la exposición a la radiación UV podría contribuir al desarrollo de piel sensible. Junto a la radiación UV, se han referido otros factores ambientales como responsables de provocar o empeorar los síntomas de la piel sensible:1,2
La alta incidencia y la compleja naturaleza de la piel sensible suponen un reto para los facultativos, que se encuentran cada vez más con este trastorno. Los síntomas de la piel sensible son principalmente subjetivos y permanentes, por lo que la descripción de las personas afectadas es el mejor método para su identificación. Es necesario utilizar cuestionarios estandarizados para pacientes, que ofrecen resultados reproducibles y posibilitan el control de la dolencia.7
El diagnóstico y la evaluación de la piel sensible pueden apoyarse en varios métodos de diagnóstico sensorial, desde pruebas de escozor por aplicación de ácido láctico (o capsaicina), pruebas de oclusión, ensayos de lavado e inmersión excesiva, hasta la evaluación del picor y la prueba cuantitativa sensorial (QST).7 Sin embargo, no hay consenso internacional sobre cuál es el método más adecuado. En todos los casos, es necesario evaluar las opiniones subjetivas del paciente. Dado que la piel sensible se define como un síntoma subjetivo con sensaciones anómalas como respuesta a diversos factores, el mejor método diagnóstico consiste en emplear escalas basadas en información facilitada por el paciente.2
Es esencial preguntar al paciente por su historial personal, familiar y laboral, así como por sus hábitos de uso de productos cosméticos. Un examen físico completo debe excluir signos de inflamación y la presencia de otras dermatitis, como dermatitis atópica o de contacto.6
Debido a la ausencia habitual de síntomas físicos objetivos, los cuestionarios de autoevaluación son herramientas válidas para identificar a los individuos con piel sensible. Jourdain propuso un posible cuestionario en 2005.7
Se considera que los pacientes que cumplen uno de estos criterios pueden tener la piel sensible:
La escala de sensibilidad es una nueva escala de diez puntos publicada en 2014 y probada en distintos idiomas en 11 países con 2966 participantes.
Se recomienda utilizar esta versión de diez puntos porque es más fácil y rápida de completar con la misma consistencia interna. Además, los cuatro puntos eliminados (descamación, hinchazón, exudado y costras) se observan rara vez en los pacientes o en los estudios.8
La escala de sensibilidad fue diseñada por un grupo de cuatro investigadores especializados en piel sensible (tres dermatólogos y un experto en metodología) usando un método estandarizado de seis pasos9 para crear y desarrollar cuestionarios de autoevaluación. En el estudio se incluyeron pacientes con un diagnóstico confirmado de piel sensible procedentes de la práctica privada. Se realizó un examen dermatológico para evaluar el tipo de piel, el fototipo y la sensibilidad. Así, se establecieron las puntuaciones del DLQI (Índice de Calidad de Vida Dermatológico) y la escala de sensibilidad.8
La fuerte correlación entre las puntuaciones de la escala de sensibilidad y del DLQI resulta muy interesante ya que permite vincular la escala de sensibilidad a una herramienta bien conocida para evaluar la calidad de vida (QoL) en dermatología. También subraya que la piel sensible tiene efectos negativos en la QoL.8
La escala de sensibilidad resulta útil para evaluar la gravedad de la piel sensible en un momento concreto, según la valoración del paciente, y para establecer la correlación con la QoL. También es adecuada para controlar la eficacia del tratamiento y ha demostrado su utilidad en distintas zonas geográficas. En el estudio de la escala de sensibilidad, se identifica a las personas con piel sensible con puntuaciones de 20 a 100. En el estudio de la escala de sensibilidad, se identifica a las personas con piel sensible con puntuaciones de 20 a 100. La relación detectada en exámenes clínicos con una piel seca, una mayor edad, sexo femenino y fototipos claros es una confirmación indirecta de la validez de la escala ya que estos factores son conocidos por su vinculación a una mayor gravedad de la piel sensible.8
Esta escala puede ser una herramienta útil para diagnosticar y evaluar la gravedad de la sensibilidad de la piel y la eficacia del tratamiento.8
Bibliografia