CdV: La necesaria implicación de los profesionales sanitarios más allá del tratamiento farmacéutico
La atención especializada para los pacientes con AD también puede ser útil para reducir el impacto de la enfermedad en la familia. Un reciente estudio ha demostrado que un episodio de atención personalizada se asocia a una menor repercusión en la vida familiar. También se ha detectado que las visitas al especialista se traducen en menores gastos relacionados con cuidados no médicos.1
Es más, el simple reconocimiento de las posibles repercusiones en la vida familiar por parte de los trabajadores sanitarios puede mejorar la relación médico-paciente y su confianza la profesión. Una mejor relación médico-paciente (padre) también supone un mayor cumplimiento de los protocolos de tratamiento. La mejora en el cumplimiento terapéutico supone a su vez una mejora para los resultados del tratamiento, lo que tiene implicaciones para el paciente y los costes sociales asociados con la enfermedad.1
Mejora de la QoL: los emolientes también pueden ayudar
La aplicación de productos hidratantes debe formar parte del tratamiento de los pacientes con AD ya que existen sólidas pruebas de que su uso puede reducir la gravedad de la dolencia y la necesidad de intervención farmacológica.3
Aumentan la hidratación de la piel, mitigan síntomas como picor, eritema, fisuración o liquenificación, y reducen en cierta medida la inflamación y la gravedad de la AD.3
Se ha demostrado que este efecto en los síntomas tiene una notable repercusión en la calidad de vida de los padres del paciente, gracias a la mejora en la salud, la calidad de sueño, etc.4
Ampliación
Influencia de la AD en la familia, descrita por los padres5
Aspectos prácticos relacionados con los cuidados: Carga extra de trabajo, por ejemplo, en relación con la limpieza de la casa, la preparación de comidas y la compra.
Presión psicológica a los padres: Las presiones psicológicas incluyen sentimientos de culpa, agotamiento, frustración, resentimiento e impotencia.
Estilo de vida familiar: Sentimiento de que no se tiene una vida familiar «normal» (por ejemplo, no puede haber mascotas, hay que modificar la dieta, uso limitado de productos domésticos como detergentes o productos de baño).
Alteraciones del sueño: Los picores y el prurito nocturno retrasan la hora a la que el niño se va a la cama y el hecho de que el niño se despierte durante la noche requiere ayuda parental y provoca frustración y agotamiento.
Escuela: Problemas en la vida escolar, acoso escolar que provoca ansiedad en los padres, falta de asistencia a clase y otros problemas que alteran la vida laboral de los padres.
Efectos en el comportamiento del niño: Alteraciones del comportamiento como travesuras, irritabilidad, mal humor, falta de concentración o reacciones agresivas con otros familiares durante los brotes de AD.
Vida social: Capacidad limitada para salir a divertirse y mantener aficiones debido al cansancio. Limitación habitual de actividades deportivas, especialmente en el caso de la natación. Además, dificultad para encontrar cuidadores adecuados.
Relaciones: Influencia negativa en las relaciones interpersonales debido al cuidado de un niño con AD. El cansancio por la falta de sueño provoca fricciones. Algunos padres se describen como sobreprotectores: lo que puede provocar sentimientos de celos en parejas y hermanos. La AD puede ser incluso un factor en las separaciones conyugales.
Apoyo práctico: Falta de un apoyo adecuado por parte de profesionales médicos y profesores. La falta de apoyo y la dificultad para conseguir asesoramiento especializado puede provocar un cambio prematuro de facultativo.
Vacaciones: Restricción en las opciones vacacionales debido a problemas de insomnio, limitaciones en cuanto al clima y necesidades especiales de cremas, alimentos, ropa y ropa de cama.
Aspectos financieros: Las dietas especiales, las coladas extra, los gastos de baños y ropa se añaden al coste de padecer AD.