INTRODUCCIÓN
La dermatitis atópica (DA) constituye una dermatosis inflamatoria crónica frecuente, con una prevalencia de hasta el 25% en la población pediátrica y fluctuando entre el 2,1% y el 4,9% en la población adulta a nivel global. La incidencia de la DA se ha triplicado desde la década de 1950, afectando actualmente al 3,5% de los adultos en Canadá y Estados Unidos. Este incremento drástico en la prevalencia se ha observado principalmente en países con estilo de vida occidental, y podría atribuirse a factores que incrementan el pH de la superficie cutánea.
La DA se caracteriza por ciclos de exacerbaciones y remisión de las lesiones; numerosos pacientes con DA expresan preocupación ante la posibilidad de una nueva exacerbación. De hecho, los pacientes adultos con DA refiere sentirse impotentes (31%), ansiosos (40%) e irritables (31%) "con bastante frecuencia" al considerar la posibilidad de una nueva exacerbación. Asimismo, pacientes con DA moderada reportan 113 días de exacerbación al año, mientras que aquellos con DA grave experimentan exacerbaciones durante más de la mitad del año (192 días).
La patogénesis de la DA es multifactorial, abarcando factores genéticos y ambientales. Clínicamente, la DA se manifiesta como placas eritematosas y pruriginosas de gravedad variable. Se postula que la inflamación se desencadena cuando la barrera cutánea se ve comprometida, estimulando una respuesta inmunitaria. A su vez, la propia respuesta inflamatoria puede deteriorar la función de la barrera cutánea; una vez disrumpida esta barrera, se inician circuitos de retroalimentación. El mantenimiento de un pH fisiológicamente bajo en la superficie cutánea puede contribuir a la preservación de la integridad de la barrera cutánea, minimizando el riesgo de desarrollo de DA y la exacerbación de los brotes.
C. Lynde, J.Tan, S. Skotnicki, et al
Clinical insights about the role of pH in atopic dermatitis | L'Oréal Dermatological Beauty